Dpt. de Economía

POBREZA Y ASISTENCIA SOCIAL
EN LA ASTURIAS DEL SIGLO XVIII




1-Justificación

La Economía es la ciencia de la escasez, que estudia cómo satisfacer necesidades ilimitadas con recursos escasos y, si hablamos de escasez, debemos hablar, necesariamente de pobreza. 

El mismo Adam Smith, padre de la economía moderna, afirmaba que una sociedad no puede ser feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables. El estudio de la pobreza está, por tanto, en los orígenes mismos de la ciencia económica. 

Dado además, la época de crisis en la que nos encontramos, es un tema de plena actualidad; no obstante, no vamos a estudiar las situaciones de pobreza hoy sino que vamos a intentar tener una visión de cómo era la situación de Asturias en el siglo XVIII.

2-El concepto de "pobreza"

El primer problema con el que nos encontramos es la definición de “pobreza” y la identificación de a quiénes consideramos pobres dado que el concepto de pobreza está en función de los valores dominantes en una época o sociedad en particular. Se puede considerar “pobreza absoluta” como aquella pobreza que no permite acceder a una cesta mínima de bienes que permita tener las necesidades básicas cubiertas. También existe el concepto de “pobreza relativa”, calculado como un porcentaje (normalmente el 50%) de la media o la mediana de la renta o gasto de una población. No obstante, estos conceptos son actuales, ya que en el siglo XVIII se asimila el concepto de pobreza con los individuos que piden limosna.

3-La pobreza en el S. XVIII

Ya los humanistas del siglo XVI empiezan a ver en la pobreza un problema que puede llevar a revueltas y propagar enfermedades, alejándose del concepto de pobre en la Edad Media (en que era considerado como un enviado de Dios) e incluso llegan a hacer una clasificación de los pobres en: 

-Pobres verdaderos: eran los pobres de solemnidad, o lo que es lo mismo, las personas que no podían sobrevivir por sus propios medios (viudas, ancianos, tullidos, campesinos empobrecidos…).
-Pobres falsos y pobres forasteros: aquellos individuos que, gozando de buena salud y pudiendo trabajar, preferían no tomar "oficio" y sobrevivir con las limosnas que recibían inmerecidamente. Dentro de esta categoría también se incluía a los forasteros (a veces campesinos acuciados por el hambre). 
-Pobres vergonzantes: personas que habían caído en la pobreza.

En el mismo S. XVI, también se plantearon métodos para combatir la pobreza desde el Estado:
-Se elaboraron memoriales y se expidieron licencias de pobreza.
-Se intentó recluir a los pordioseros en hospitales (en el caso asturiano, tenemos los ejemplos de San Juan, Santiago, Nuestra Señora de Balesquida, San Sebastián, San Nicolás, la Magdalena, la leprosería de San Lázaro del camino…).
-En la ciudad de Oviedo, la concepción moderna de la pobreza propició la gestión por parte del ayuntamiento de una panera de pobres: un pequeño depósito de cereales con el que se intentó garantizar la subsistencia de los más necesitados. A mediados del siglo XVI, se transformó en una “fábrica de pobres” o lo que es lo mismo, una institución crediticia.

Pero lo cierto es que en Asturias, como en España, el concepto religioso de pobreza no se comenzó a abandonar hasta ya entrado el siglo XVIII; mientras en Europa este proceso tiene lugar antes, gracias a los conceptos de ética del trabajo productivo y prosperidad luteranas.
Es a finales del XVIII, principios del XIX, cuando se dan una serie de factores que favorecerán el paso de la caridad (particular) a la beneficencia (colectiva):
-Cristalizan las ideas del racionalismo (poder de la razón).
-Se afianza la idea de la igualdad entre hombres (en dignidad y derecho a la felicidad).
-Caen las rentas dedicadas a la caridad debido a los procesos de desamortización.
-Existe un descontento popular que desemboca en movilizaciones.

En esta época los ilustrados plantean que la pobreza no es un mal eterno, debe evitarse mediante la eliminación de sus causas, esto es:
-Paro provocado por la carestía, lo que lleva a falta de trabajo y producción
-Escasa educación, que provoca problemas en la estructura socio- profesional de la población activa.

Esto les lleva a plantear que una lucha efectiva contra la pobreza implicaba que la caridad privada y la eclesiástica entregaran sus rentas a la beneficencia pública, que las distribuiría de una manera mucho más eficaz a través de distintos órganos e instituciones que, controlados por el Estado, socorrerían a los necesitados y, al mismo tiempo, fomentarían la enseñanza de oficios útiles, con el fin de integrar en el ciclo productivo a los marginados y acabar con la indigencia. 
Las instituciones de asistencia que existen hasta el momento, así como las que se crean en este siglo, y  a través de los que se intenta corregir este problema son:
-Casas de expósitos (donde se recogía a los  niños hasta los 6 años).
-Hospitales (centros de atención asistencial a los necesitados).
-Hospicios (centros de reclusión que se convierten en casas de trabajo, con un marcado interés económico, filantrópico, moralizante y represor).
-Casas de misericordia (a partir de los 6 años).

En la segunda mitad del siglo, los hospicios se impusieron como modelo de asistencia oficial. En Asturias, la fundación del Real Hospicio de Oviedo (1752) responde plenamente a esta concepción de beneficencia: instrucción a hospicianos, enseñaban oficios y era semillero de reclutas para el ejército. La acción de esta fundación se tendría que haber visto acompañada por la prohibición absoluta de pedir limosnas y por el desarrollo de una infraestructura de asistencia complementaria.

4-La pobreza en Asturias

Los estudios sobre pobreza empiezan en el siglo XIX, por lo que no hay muchos datos para poder concretar el tema en Asturias, no obstante, podemos decir que en la Asturias del siglo XVI, la lucha contra la pobreza fue un importante capítulo de la política municipal, inspirada por el Humanismo con los ejemplos ya mencionados de creación de paneras, hospitales…

En el siglo XVIII se produce un gran crecimiento de la población en Asturias (pasa de 290.000 en 1752 a 365.000 en 1797) pero no ocurre con lo mismo con la producción, así, los datos existentes colocan a Asturias con la renta per- cápita más baja de toda España en el año 1799 (269 reales). En este mismo año, el campesinado suponía un 71,5% de la población activa, lo que unido a las malas cosechas que se sucedían cada poco (alguna, como la de 1789 llevó incluso a provocar revueltas) hacía que la situación se agravase dado que muchos de ellos acaban endeudados y siendo colonos de sus propias tierras. Todo ello da idea de la pobreza debió ser un problema grave en la Asturias del XVIII.

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